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¿Qué es la huella ecológica?
La huella ecológica mide la carga de demanda de recursos que hacemos sobre los ecosistemas a través de nuestro consumo.
La huella ecológica es la superficie de tierra y la cantidad de agua que necesitamos para cubrir nuestras necesidades y para reciclar el dióxido de carbono, CO2, que producimos; es el total de superficie ecológicamente productiva para el ciudadano de una determinada comunidad, es decir, la forma sobre cómo impactamos en nuestro entorno, y la superficie necesaria para absorber los residuos que genera ese entorno.
Wackernagel, director de la fundación Redefining Progress, publicó con un grupo de científicos un informe donde alertó acerca de la forma como los seres humanos estábamos afectando peligrosamente la capacidad que tienen los ecosistemas para proporcionar los recursos que necesitamos para la vida, y la capacidad de dichos ecosistemas para absorber los residuos y emisiones de nuestras actividades.
El informe especifica que desde 1970 la especie humana comenzó el camino de insolvencia ecológica que puede arrastrar a la humanidad hacia un peligroso desequilibrio por el uso excesivo de energía.
Este uso excesivo de energía es el causante del deterioro de los ecosistemas del planeta y por eso el Cambio Climático se ha convertido en una de las amenazas más importantes para la humanidad en el presente siglo.
La vulnerabilidad de la especie humana se agravará en las próximas décadas poniendo en peligro a miles de especies que forman parte del delicado equilibrio de la vida en el planeta.
¿Cómo se produce esta huella ecológica?
Es una realidad que los humanos consumimos mucho más rápido los recursos de lo que tardan en renovarse y a este paso quizás no haya suficientes alimentos para todos.
Rees y Wackernagel establecieron en los años noventa el cálculo de la huella ecológica como un indicador de sostenibilidad muy particular para explicar el impacto de las necesidades humanas.
Hectáreas globales (hag)
Esa superficie son los campos para cultivar los alimentos, la tierra de pastos para el ganado, el área del mar para la pesca, la superficie del bosque para producir la madera y la pulpa y la que se necesita para la construcción de ciudades, carreteras y demás infraestructuras.
Se trata de una compensación por el daño ambiental, con el objetivo de mejorar el planeta, de manera de que haya suficiente espacio para atender las necesidades de los seres humanos y limpiar el ambiente a fin de librarlo de los elementos tóxicos que han causado los desajustes climáticos, o por lo menos minimizarlos.
Porque mientras se esté produciendo la contaminación en la forma en que se ha hecho hasta ahora, habrá menos posibilidades de resolver los problemas de sostenibilidad del medio ambiente.
Superficie forestal vs contaminación ambiental
En términos generales, el cálculo de la huella ecológica intenta realizar un balance de las importaciones y exportaciones de productos con respecto al dióxido de carbono, CO2, como contaminante del ambiente.
La idea es obtener la superficie forestal que se debe añadir al resto del territorio usado en la producción para compensar el efecto devastador de las emisiones de CO2.
El año 2016, en el informe Planeta Vivo de la organización ecologista independiente WWF se establece que la huella ecológica tiene seis componentes aditivos, que son necesarios para hacer el cálculo:
- Huella de tierras de cultivo, que es la tierra necesaria para producir los alimentos: cría de ganado, cultivos, etc.
- Huella de tierras de pastoreo, que son los pastizales para el ganado.
- Huellas de las zonas de pesca, que son las aguas marinas y fluviales.
- Huella forestal, que son los bosques para el suministro de combustible, pulpa y madera.
- Huella de suelo urbanizado, áreas usadas para vivienda, zonas industriales y vialidad.
- Huella de carbono, bosques necesarios para contrarrestar el carbono.
¿Cuál es la huella ecológica en España?
Un informe elaborado por la Unión Europea reconoció a la huella ecológica como el mejor indicador de sostenibilidad ambiental y el año 2007 en España se realizó un seminario sobre este tema, tras el cual el Ministerio del Medio Ambiente y Medio Rural y Marino (actual Ministerio de Agricultura, Alimentación y Medio Ambiente) presentó un informe al año siguiente.
Claro está, no eran buenas noticias, porque España cuenta con apenas 2,4 hectáreas globales por habitante y año, lo que indica que la biocapacidad del territorio es superada 2,6 veces en hectáreas globales por habitante.
La conclusión fue que se necesita casi tres veces la superficie del país para mantener el nivel de vida y la población en España, por supuesto unos números muy altos que deben ser corregidos, aunque parece ser igual en otros países desarrollados.
El en el informe del caso, destaca la importancia creciente de la huella ecológica energética asociada a la energía contenida en los bienes importados, lo que reflejaba el incremento notable del déficit comercial de la economía española.
Establece que el principal sector generador de huella ecológica por emisiones directas e indirectas es la construcción de inmuebles y obras de ingeniería civil.
También menciona el impacto de los productos energéticos, electricidad y petróleo, cuyos procesos productivos son muy intensivos en consumo energético, así como señala igualmente a la hostelería.
¿Cómo la podemos reducir la huella ecológica?
Para reducir la huella ecológica los ecologistas insisten en que debe haber una toma de conciencia de los ciudadanos, sobre todo tomando en cuenta que cada acción tiene una consecuencia.
- Reciclar y reutilizar más los materiales que puedan contaminar el medio ambiente.
- Hacer ciudades que dispongan de mayor movilidad sostenible.
- Tomar mayor conciencia con el ahorro del agua.
- Utilizar menos vehículos de combustión que emitan gases de efecto invernadero.
- Mayor uso de energías renovables.
- Reducir el uso de energías no renovables.
En definitiva, debemos establecer prioridades y no comprar cosas que no necesitemos (reciclar ropa, por ejemplo), reparar lo que se eche a perder en lugar de tirarlo, caminar, coger la bicicleta antes que el coche y si necesariamente debes usar el coche, lo mejor es compartirlo.
Porque cada uno de nosotros produce basura superior diez veces a nuestro peso, es importante usar envases grandes, reutilizar lo que podamos, ahorrar energía usando bombillas de bajo consumo, ahorrar agua, y no dejar enchufados los cargadores cuando no se estén utilizando.
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